El momento pedagógico
Seguramente que varios momentos
en los últimos dos años nos han permitido observar la magnitud del viraje del
gobierno de Ollanta Humala hacia la derecha neoliberal. Sin embargo, ninguno ha
sido tan transparente en mostrarnos la profundidad del mismo como el último
cambio de gabinete. Por ello, podemos señalar que se trata de un “momento
pedagógico” que nos llama la atención de hasta dónde se ha atrevido a llegar
quien fue elegido precisamente con las banderas opuestas a las que ahora lleva
adelante.
Lo más grave, sin lugar a dudas,
es el papel que viene cumpliendo Nadine Heredia, la esposa del Presidente de la
República. Los voceros oficiales la defienden señalando que ha sido nombrada
presidenta del Partido Nacionalista, y que, como tal, puede dar opiniones
políticas. Sin embargo, una cosa es dar opiniones políticas, derecho que
también tiene cualquier ciudadano, y otra, ser vocera del gobierno. Es más,
vocera que no puede ser contradicha por nadie y el que se atreva ya sabemos lo
que le pasa.
En este papel, Nadine Heredia, ha
dejado en la estacada al Presidente del Consejo de Ministros, quedando claro
que esa institución está pintada en la pared. Ahora, ya no son solo algunos
ministros los que tienen que pedir “luz verde” para tomar decisiones, sino
también el Premier que debe esperar el “ok” de la Primera Dama. Pero, en este
curso, no son solo ministros y Premier los que aparecen reducidos a empleados
de la señora, sino también la figura del propio Presidente de la República la
que se ve gravemente desmerecida. La pregunta inmediata es entonces ¿quién
gobierna? ¿el Presidente Humala? ¿su esposa Nadine? ¿la pareja presidencial?
La respuesta a esta pregunta es
algo más compleja. En el gobierno hay una fuerza que se ha convertido en
decisiva, que es la representada por el ministro de economía Luis Miguel
Castilla. Es la fuerza de los grandes empresarios interesados en que no se tome
ninguna decisión contraria a sus intereses. El protagonismo de Nadine Heredia
es promovido por esta fuerza y tiene como principal apoyo a Castilla. Sin
embargo, Castilla no se ha quedado quieto en su ministerio. Ha movido sus fichas
para controlar otros sectores. Hoy, no solo está en el MEF sino también en los
ministerios de la producción y algunos ministerios sociales claves como
Educación y Salud. No es exagerado señalar que los aires de la privatización
extrema lo atraviesan casi todo en el Estado. Es más preciso señalar entonces
que gobiernan estos poderes fácticos con Castilla de operador y Nadine de
figura pública. ¿Dónde quedó Ollanta Humala? Vaya usted a saber. El único
problema es que él es el Presidente elegido por todos los peruanos.
Por ello señalamos que este
vapuleo de la institución ministerial, del premierato, de la propia Presidencia
de la República, de la autoridad pública estatal, para satisfacer las
ambiciones de una señora y eventualmente los intereses cortoplacistas del gran
empresariado o quienes fungen como sus representantes, va a causar más temprano
que tarde una crisis institucional de proporciones que puede poner en riesgo la
gobernabilidad democrática del Perú. Acordémonos que esto no se da en un país
con una institucionalidad consolidada, sino en uno que tiene a sus tres
expresidentes, Fujimori, Toledo y García, en situación muy difícil. El primero
condenado por delitos contra la humanidad y los otros dos con graves
acusaciones de corrupción es su contra. Ollanta Humala no puede echar por la
borda el programa de la gran transformación, luego la hoja de ruta y por último
las reglas mínimas de manejo del Estado. Si sigue por ese camino puede, tarde o
temprano, estar acompañando a sus colegas expresidentes.
Hagamos sonar, todos los
demócratas juntos, la alarma contra el autoritarismo y exijamos el mínimo
respeto a la Constitución, a las jerarquías existentes en el Estado y al
imperio de la ley, que son los elementos de convivencia democrática que tenemos
entre los peruanos.
Fuente: Editorial Otra Mirada 7-3-14
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