lunes, 14 de mayo de 2012

♣ JUAN CIPRIANI PROHIBE AL SACERDOTE GASTÓN GARATEA REALICE SUS LABORES PASTORALES


Enviado por Beatriz Menendez

Escribe Raúl H. Rodríguez Chalco*

El jueves por la noche, mientras intentaba concentrarme en las opiniones de políticos, población en general y analistas en torno a la renuncia irrevocable de los ahora ex-ministros de las carteras de Defensa y del Interior, me entero que Juan Luis Cipriani, arzobispo de la Diócesis de Lima y, a la par, Cardenal del Perú, había prohibido que el sacerdote Gastón Garatea realice sus labores pastorales en el ámbito de la jurisdicción eclesial de la que es arzobispo: la diócesis de Lima.
Gastón Garatea tiene una más que interesante hoja de vida en favor de los más desposeídos. Varios años de su labor pastoral las realizó en la Prelatura de Ayaviri, en la región Puno, allá en los años en que la Iglesia del Sur Andino estaba verdaderamente comprometida con los pobres, es decir, en armonía completa con la Doctrina Social de la Iglesia, esa que denunciaba la violencia estructural, la que hablaba de la opción preferencial por los pobres y se comprometía con los desposeídos.

Luego, una vez que se trasladó a vivir en Lima, fue convocado para formar parte de la Comisión de la Verdad y Reconciliación en donde tuvo un papel protagónico, sobre todo, en lo que dicha comisión trabajó con lo sucedido en el departamento de Puno.

Años después, en el gobierno de Alejandro Toledo, fue invitado a presidir la Mesa Nacional de Concertación y Lucha Contra la Pobreza en donde logró poner en marcha gran parte de las mesas de concertación departamentales. A la par, se rodeó de investigadores e intelectuales de prestigio, quienes, con una lectura de lo que pasa en el país desde los de abajo, concretaron una serie de propuestas alternativas al modelo de desarrollo y acumulación vigente.

Aunque es cierto que todos estos esfuerzos cayeron en saco roto, pues ni el mismo gobierno de Alejandro Toledo que lo convocó, ni el de Alan García pusieron en marcha el conjunto de sugerencias y propuestas de la Mesa de Concertación, Gastón Garatea siguió nadando contracorriente. Hace unos días, en Semana Santa, afirmó: “el celibato está bien para los que viven en congregaciones, como yo, pero no para los del clero secular que viven en sus casas” y no le falta razón… acaso no conocemos a más de un sacerdote cuyos hijos, para guardar las apariencias, se dirigen a él como “tío”. Siempre sobre la Iglesia Católica, también dijo: “Se preocupan más en la ley que en el espíritu, se habla más del canon y no tanto del Evangelio” y, otra vez, tiene razón, pues hoy, los sectores más conservadores de la iglesia imponen el catecismo por encima de la Biblia, prefiriendo que los feligreses repitan de paporreta los preceptos creados por los mismos obispos conservadores, antes que leer la Biblia e interpretarla.

Este breve recorrido del accionar de Gastón Garatea explica el por qué Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, lo haya suspendido en sus labores pastorales. En realidad, es su activa participación en la Comisión de la Verdad y Reconciliación en la que todos sus miembros, incluido Gastón Garatea, afirman que siendo Ayacucho el departamento cuya población más ha sufrido los embates del terrorismo así como la violación de los derechos humanos de parte de las fuerzas del orden, la labor pastoral de la Iglesia Católica en Ayacucho, precisamente cuando Juan Luis Cipriani fue el obispo, dejó mucho que desear, dado que nunca dijo nada sobre ello, guardando permanente silencio. Es más, parte importante de la población sobreviviente asegura que en la puerta del obispado Juan Luis Cipriani mandó colgar un aviso en el que se leía: ACA NO SE ATIENDEN CASOS DE DERECHOS HUMANOS…

Pero, no es la primera vez que Juan Luis Cipriani suspende sus labores pastorales a un sacerdote. Años atrás, el padre Gustavo Gutiérrez Merino, párroco del Rímac, animaba a diferentes grupos de mujeres, hombres, jóvenes y niños. Asesoraba a jóvenes universitarios que se reunían en comunidades de reflexión, la Unión Nacional de Estudiantes Católicos, UNEC, era el más prominente profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y publicó el conjunto de sus reflexiones en el libro de mayor éxito que escritor peruano había publicado hasta esa fecha, la Teología de la Liberación.

Gustavo Gutiérrez traspasó las fronteras peruanas, sus reflexiones fueron entusiastamente recibidas en todos los círculos de reflexión teológica y hasta en diferentes Conferencias Episcopales, tan es así que el texto de la Conferencia Episcopal Latinoamericana reunida en Medellín, allá por el año 1,968, asumió lo fundamental de su planteamiento y el mundo entero incorporó sus reflexiones como un verdadero aporte. Excepto, claro está, los sectores conservadores que perdieron piso con Juan XXIII, el Papa bueno que convocó al Concilio Vaticano II, entre los que se cuentan a los numerarios del Opus Dei, a cuyo orden pertenece Juan Luis Cipriani. Así, Gustavo Gutiérrez fue acusado de falsear la doctrina de la iglesia, de reducir la reflexión teológica a los planteamientos de las ciencias sociales y hasta de ser marxista. En reiteradas ocasiones fue convocado a Roma para que explique sus reflexiones y se le impuso que, antes de publicar sus artículos y libros, estos debían pasar por la revisión de la temible Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el, en ese entonces, Cardenal Joseph Ratzinger, hoy convertido en el Papa Benedicto XVI y que nunca declaró a Gustavo Gutiérrez como un falseador, como pretendían sus acusadores.

No contento con el carga-montón en contra de Gustavo Gutiérrez, Juan Luis Cipriani lo castigó prohibiéndole que desarrolle sus labores pastorales en la Diócesis de Lima, lo retiró de la parroquia del Rímac e intentó influir para que no siguiera dictando clases en la Universidad Católica. Gustavo Gutiérrez buscó y encontró amparo en la Congregación de Santo Domingo, cuyos miembros son más conocidos como dominicos, bajo cuya custodia, puede dictar conferencias en Lima, lugar del que Juan Luis Cipriani intentó erradicarlo en todos sus sentidos.

Hay que decirlo con toda claridad, suspender a un sacerdote en sus funciones pastorales es algo muy grave. Si las comparaciones valen, es como prohibirle a Lionel Messi que juegue pelota, como prohibirle a Alan García que hable o coma, como prohibirle a un jefe de la página editorial de cualquier medio de comunicación a que no escriba editoriales o comentarios periodísticos.

La Iglesia Católica del Sur Andino peruano y Puno no son ajenos a este tipo de comportamiento de sus obispos. En Cusco, siendo el arzobispo Alcides Mendoza, sacerdote con grado de general, dado que era el capellán del Ejército Peruano, prohibió al sacerdote Andrés Gallego García a que realizara sus labores pastorales en el ámbito de la Arquidiócesis de Cusco. La razón de fondo fue que el sacerdote era el director ejecutivo del Instituto de Pastoral Andina, institución que dependía del conjunto de obispos del sur andino peruano, pero con el que el arzobispo y general tenía serias contradicciones y, para saldarlas, no se le ocurrió mejor idea que suspender a Andrés Gallego en sus funciones sacerdotales.

En Puno, el obispo Jesús Calderón Barrueto, que inicialmente perteneció y activó con fuerza el mismo Instituto de Pastoral Andina, prohibió al sacerdote Luis Jesús López a que realizara sus labores pastorales en el ámbito de la Diócesis de Puno, debido a que, cuando el obispo cambió de posición, pasándose de una pastoral de conjunto y de clara opción preferencial por los pobres a una pastoral sacramentalista, encontró en Luis Jesús López una posición coherente con las pastoral de conjunto y con amplio y consistente arraigo con los feligreses, tanto de Asillo como en Juliaca y gran parte de la misma Diócesis de Puno.

Muy cerca de acá, en la Prelatura de Juli, que abarca a las provincias aymaras, el obispo José María Ortega Trinidad, el actual obispo de esa jurisdicción eclesial, llegó al mismo objetivo cuando no renovó el contrato de los padres y hermanas de Maryknol impidiéndoles así que continuaran con su trabajo, por demás comenzado hace ya más de cincuenta años, pues no hay que olvidar que, además de hacerse cargo de muchas parroquias a lo largo y ancho del departamento de Puno, fueron quienes fundaron Radio Onda Azul, el Instituto de Educación Rural de Juli y la hoy fenecida Vicaría de Solidaridad de la Prelatura de Juli. A propósito, ¿qué es de este obispo que, según los cánones eclesiales, debe de permanecer en su jurisdicción eclesial, quien, según todos los testimonios, está fuera de Juli desde hace más de un año?

¿En qué se parecen todos estos obispos que prohíben a sus sacerdotes a realizar sus labores pastorales? En que son intolerantes, en que si piensan y hablan de democracia, lo hacen de la boca para afuera, en que son profundamente autoritarios y verticales, cosas que no van con los “signos de los tiempos”. Para terminar, José María Ortega Trinidad, el obispo que ha abandonado la Prelatura de Juli y el arzobispo de Lima, Juan Luis Cirpiani, son numerarios del Opus Dei, una de las corrientes eclesiales más conservadoras y ponzoñosas que viven al interior de la Iglesia Católica.
(*) Periodista y Sociólogo

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Blanca María Cayo Quintana
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San Miguel, Lima 32

2 comentarios:

  1. Juan Luis Cipriani esta en toda la razon en la biblia dice hay que saber obedecer a nuestros superiores y dice tambien quien hacen esa cosas de homosexualidad,adulterio no entraran al reyno de los cielos.

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  2. El que obedece no se equivoca, la iglesia no hubiera sobrevivido tanto tiempo si no tuviera una organizacion jerarquica y vertical, por ello, la iglesia y el ejercito son las organizacion mas antiguas del mundo.

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