sábado, 21 de enero de 2012

♣PARA UN HORIZONTE DE IZQUIERDA III

PARA EL DEBATE

Por  Rodrigo Montoya Rojas

¿Tuvo alguna vez la izquierda una casa-hogar? Mi hipótesis es que no, porque su división como principio de organización hizo que la Alianza Revolucionaria de Izquierda, ARI, y la “Izquierda Unida” se desvanecieran. Le sobreviven algunos fragmentos. Entre ellos “Ciudadanos para el cambio” cuyos miembros dejaron de pensar en un proyecto de izquierda para sumarse como aliados de segundo orden de las fuerzas nacionalista de Ollanta Humala.

Después de su paso fugaz por el gobierno, Sinesio López cree aún posible que el presidente Humala enmiende sus errores y vuelva por el cauce de su prometida “Gran transformación”. Me parece que la “Gran transformación” prometida ha sido solo un recurso para ganar las elecciones.

En este tercer artículo, planteo la pregunta ¿quiénes pueden ser los sujetos o actores para la formación de un bloque político de izquierda? 

Desde la publicación del Manifiesto del Partido Comunista a mediados del siglo XIX, y gracias a los estudios de Marx y de Engels, la respuesta fue muy simple: la clase obrera.

Un siglo después, la idea de una alianza de la clase obrera con el campesinado parecía el camino adecuado. En Perú, tal deseo de alianza no fue posible. Las tomas de tierras de 1960, abrieron la posibilidad para formar un bloque político de izquierda en el país. No por gusto, fue Hugo Blanco la figura mayor de la izquierda a fines de 1970. Los campesinos se convirtieron en un sujeto y actor político del país. La solidaridad y apoyo de jóvenes guerrilleros llegaron tarde cuando la ola de tomas de tierras ya había pasado y cuando Hugo Blanco estaba preso con una posible condena a la pena de muerte.

Luego de la cárcel y el exilio, Blanco pudo haber sido el gran dirigente unificador de la izquierda, pero esa oportunidad la perdimos por la extraordinaria división de la izquierda y la responsabilidad compartida de cada uno de sus componentes.

Luego de las tomas de tierras -y de las reformas agrarias por ellas provocadas- el Perú tuvo una de sus grandes y profundas transformaciones.

Cuarenta años después de las tomas de tierras, los indígenas organizados étnica y políticamente son los nuevos actores en el escenario político, y además, nos guste o no, la única oposición real a los gobiernos de Fujimori, Toledo y Alan García. 
La defensa de sus pueblos, culturas, lenguas, naciones y patrias (“Todas las sangres” en lenguaje arguediano) es, al mismo tiempo, la defensa de la vida, del agua, de la Amazonía, de la biodiversidad del país y de un modo de sentir y mirar el país desde adentro, desde nuestra raíces milenarias y al margen de todo europeo centrismo impuesto por la colonialidad del poder en todos los predios de la derecha y en gran parte de los de izquierda.

Ésta es la mayor novedad política del país. Se trata de una especie de fuerza política invisible porque gracias a los viejos prejuicios del monumental racismo peruano los llamados indios son considerados como menores de edad e incapaces de pensar por sí mismos. 

La aparición de intelectuales indígenas, profesionales bilingües, plenamente capaces para entender el país, para tener una visión crítica de nuestra realidad y de ofrecer a los indígenas y a todo el país un proyecto político posible, es una realidad. La Rebelión de los rostros pintados en Bagua podría ser el punto de partida de una nueva etapa política en el país y de una nueva oportunidad para que el sentimiento de izquierda encuentre un cauce y aprendamos al fin que la unidad es una necesidad. Se parecen tanto los principios de reciprocidad y solidaridad de los pueblos indígenas y el sueño socialista que podrían confundirse. Algunas renuncias son indispensables para mirar con otros ojos la política peruana y el futuro de la izquierda: no poner los intereses personales por delante, dejar de creer en caudillos y salvadores, buscar otros rostros, otros apellidos, otras personas que, como dicen los zapatistas en Chiapas y México, tengan el color de la tierra. ¿Puede ser aún posible unir los fragmentos del país escindido en el que vivimos? 


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